La base de la OTAN en la región rumana de Deveselu (ver foto), que forma parte del sistema estadounidense Aegis de «misiles de defensa», ha terminado la «actualización» iniciada en abril. La OTAN afirma en un comunicado que ese proceso «no confirió capacidad ofensiva al sistema» y que este «sigue siendo puramente defensivo, centrado en posibles amenazas provenientes del exterior del área euroatlántica».
La instalación de Deveselu cuenta, según la descripción oficial, con 24 misiles dispuestos en lanzaderas verticales subterráneas para la intercepción de misiles balísticos de alcance corto e intermedio. Otra instalación, que debe comenzar a funcionar en 2020 en la base polaca de Redzikowo, contará también con ese sistema.
Ya existen sistemas de lanzamiento de ese tipo a bordo de los 4 navíos de la US Navy que se desplazan por las aguas del Mediterráneo, del Mar Negro y del Báltico y que operan desde la base española de Rota. El despliegue mismo de esos sistemas demuestra que el dispositivo no está dirigido contra la «amenaza iraní», como afirman Estados Unidos y la OTAN, sino principalmente contra Rusia.
La prueba de que el supuesto «escudo» no es «puramente defensivo» está en las explicaciones del fabricante de armamento que lo concibió: la compañía estadounidense Lockheed Martin. Esta empresa señala en su documentación que el sistema está «concebido para instalar cualquier tipo de misil en cualquier rampa de lanzamiento» y que está adaptado para «cualquier misión de guerra», incluyendo «el ataque contra objetivos terrestres».
Lockheed Martin precisa que las rampas de lanzamiento de mayores proporciones pueden lanzar «tanto los misiles más grandes como los misiles de defensa contra misiles balísticos, así como misiles de ataque de largo alcance». En otras palabras, reconoce que las instalaciones de Rumania y Polonia y los 4 navíos del sistema Aegis pueden lanzar tanto misiles antimisiles como misiles crucero Tomahawk portadores de ojivas nucleares y capaces de alcanzar blancos situados a miles de kilómetros de distancia de los lugares de lanzamiento.
Según un documento emitido el 24 de julio (2019) por el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos, los 4 navíos de Estados Unidos que «operan en aguas europeas para defender Europa de posibles ataques con misiles balísticos» son parte de una flota de 38 navíos del sistema Aegis, flota que ya contará con 59 barcos en 2024.
Para el año fiscal 2020, se han asignado 1 800 millones de dólares al fortalecimiento de ese sistema, incluyendo las instalaciones de Rumania y Polonia. También se abrirán otras instalaciones terrestres y se desplegarán más navíos Aegis no sólo en Europa, contra Rusia, sino también en Asia y en el Pacífico, contra China. Según lo planificado, Japón instalará en su territorio dos bases de misiles equipadas por Estados Unidos mientras que Sudcorea y Australia comprarán a Estados Unidos navíos del sistema Aegis.
Además, en el periodo de 3 meses en que el equipamiento de Deveselu fue trasladado a Estados Unidos para ser «actualizado», el ejército estadounidense desplegó allí una batería móvil de misiles THAAD, capaz de «derribar un misil balístico en la atmósfera o fuera de ella» pero igualmente capaz de lanzar misiles nucleares de largo alcance.
Al reinstalarse el sistema Aegis, según explica la OTAN, la batería de THAAD fue «redesplegada», sin que se informara dónde. Pero se sabe que el ejército estadounidense ha trasladado baterías de ese tipo, que se hallaban en Israel, hacia la isla de Guam, en el Pacífico.
Ante esos hechos, y precisamente en el momento en que Estados Unidos sale del Tratado INF para instalar misiles nucleares de alcance intermedio cerca de las fronteras de Rusia y de China, no es sorprendente que el senador Viktor Bondarev, presidente de la Comisión de Defensa del Senado ruso, haya anunciado en Moscú que Rusia ha desplegado en Crimea bombarderos de ataque nuclear Tu-22M3.
Pero casi nadie se preocupa por nada de esto ya que, en la Unión Europea, el aparato político-mediático guarda sobre estos temas el más profundo silencio.
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
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